25/4/13

Confucio - Analectas (Lun Yu) - Capítulo 9

Capítulo 9

9.1. El Maestro rara vez hablaba de provecho, destino o humanidad.
9.2. Un hombre de Daxiang dijo: « ¡Vuestro Confucio es realmente grande! Con su vasto
conocimiento todavía no ha logrado sobresalir en ningún campo particular.» El Maestro oyó
este comentario y dijo a sus discípulos: «¿Qué habilidad debo cultivar? ¿Debo cultivar la
conducción de carros? ¿Debo emprender el tiro con arco? De acuerdo, me decidiré por la
conducción de carros.»
9.3. Según él ritual, la capa ceremonial debe estar hecha de cáñamo; hoy día está hecha
de seda, lo cual es más práctico; yo sigo la costumbre general. Según el ritual, hay que
inclinarse al empezar a subir las gradas; hoy día se inclinan después de haberlas subido, y
esto es irrespetuoso, aunque vaya en contra de la costumbre general, yo me inclino antes de
subir las gradas.
9.4. El Maestro evitaba totalmente cuatro cosas: el capricho, el dogmatismo, la
obstinación y la vanidad.
9.5. Cuando el Maestro fue detenido en Kuan, dijo: «El rey Wen ha muerto; ¿acaso no
reposa ahora la civilización sobre mí? Si el Cielo quiere que la civilización sea destruida, ¿por
qué me ha concedido su responsabilidad? Si el Cielo no pretende que la civilización sea
destruida, ¿qué puedo temer de los habitantes de Kuan?»
9.6. El Gran Chambelán preguntó a Zigong: «¿Es tu maestro sabio virtuoso? Si es así,
¿por qué posee tantas capacidades [oficios]?» Zigong respondió: «Sin duda el Cielo lo hizo
sabio y virtuoso; pero resulta que también tiene muchas capacidades.»
AI oír esto, el Maestro comentó: «El Gran Chambelán realmente me conoce. En mi
juventud yo era pobre; por ello tuve que aprender una gran variedad de oficios humildes.
¿Acaso corresponde esta versatilidad a un caballero? No, no corresponde.»
9.7. Lao afirmó: «El Maestro dijo que su fracaso en la vida pública lo obligó a desarrollar
diversos oficios.»
9.8. El Maestro dijo: «¿Soy una persona erudita? No. Un campesino me planteó esta
pregunta, y mi mente quedó en blanco. Sin embargo, consideré el problema desde todos los
ángulos hasta que comprendí algo.»
9.9. El Maestro dijo: «El Fénix no llega, el Río no hace aparecer ningún carruaje. ¡Mi
tiempo se ha acabado!»
9.10. Siempre que el Maestro veía a alguien haciendo duelo, con la túnica ceremonial, o
a un hombre ciego, por joven que fuera, en el acto se levantaba y respetuosamente se
apartaba a un lado.
9.11. Yan Hui dijo suspirando: «Cuanto más la contemplo [la doctrina del Maestro], más
elevada es; cuanto más profundizo en ella, más se resiste; la vi ante mí, y de repente estaba
detrás de mí. Paso a paso, nuestro Maestro sabe cómo atrapar a la gente. Me estimula con
textos, pero me refrena con el ritual. Aunque quisiera detenerme, no podría. En el momento
en que mis recursos se agotan, la meta parece lejana; anhelo alcanzarla, pero no encuentro
el camino.»
9.12. El Maestro estaba muy enfermo, y Zilu organizó a los discípulos en séquito, como si
fueran los vasallos de un señor. En una de las mejorías de su enfermedad, el Maestro dijo:
«Zilu, esta farsa ya ha durado bastante. ¿A quién puedo engañar con estos vasallos
simulados? ¿Acaso puedo engañar al Cielo? En lugar de morir entre vasallos, prefiero morir
en brazos de mis discípulos. Tal vez no tenga un funeral de Estado, pero tampoco moriré al
borde de la cuneta.»
9.13. Zigong dijo: «Si tuvieras una valiosa pieza de jade, ¿la esconderías a salvo en una
caja, o intentarías venderla por un buen precio?» El Maestro respondió: «¡La vendería! ¡La
vendería! Lo que estoy esperando es la oferta adecuada.»
9.14. El Maestro quiso establecerse entre las nueve tribus bárbaras del Este. Alguien
comentó:
«Esos lugares son salvajes, ¿cómo te las arreglarías?» El Maestro respondió: «¿Cómo
podrían ser salvajes una vez que un caballero se ha establecido allí?»
9.15. El Maestro dijo: «Sólo fue tras mi regreso de Wei a Lu cuando puse de nuevo la
música en orden: piezas cortas por una parte, e himnos por otra.»
9.16. El Maestro dijo: «Nunca he encontrado difícil servir a mis superiores fuera de casa y
a mis mayores en el hogar, ni enterrar a los muertos con la debida reverencia o a moderarme
en el vino.»
9.17. Cuando el Maestro estaba cerca de un río dijo: «Todo fluye de este modo, día y
noche, sin cesar.»
9.18. El Maestro dijo: «Nunca he conocido a alguien que preciase la virtud tanto como el
sexo.»
9.19. El Maestro dijo: «Es como construir un túmulo: si uno se detiene antes del último
cesto de tierra, el túmulo queda para siempre inacabado. Es como llenar una zanja: una vez
que se ha llenado la primera canasta, sólo se necesita continuar hasta terminar.»
9.20. El Maestro dijo: «La cualidad singular de Yan Hui era su capacidad de atención
cuando se le hablaba.»
9.21. El Maestro dijo de Yan Hui: «¡Ay de mí!, vigilé su progreso, pero no lo vi alcanzar la
meta.»
9.22. El Maestro dijo: «Hay brotes que nunca llegan a flor, hay flores que nunca llegan a
fruto.»
9.23. El Maestro dijo: «Deberíamos considerar a los jóvenes con respeto: ¿quién sabe si
la próxima generación no alcanzará en mérito a la presente? Sin embargo, si a la edad de
cuarenta o cincuenta años un hombre no se ha hecho un nombre, ya no merece ser tomado
en serio.»
9.24. El Maestro dijo: «¿Cómo podrían las palabras de amonestación dejar de obtener
nuestro asentimiento? Lo principal, no obstante, debería ser realmente corregir nuestra
conducta. ¿Cómo podrían las palabras de elogio dejar de deleitarnos? Sin embargo, lo
principal debería ser realmente entender su propósito. Algunos muestran deleite, pero no
comprensión, o asienten, sin cambiar su proceder. Realmente no sé qué hacer con ellos.»
9.25. El Maestro dijo: «Valorad la lealtad y la confianza sobre todo lo demás; no hagáis
amistad con aquellos cuya moral es inferior a la vuestra; no temáis corregir vuestros
errores.»
9.26. El Maestro dijo: «Es posible privar a un ejército de su comandante en jefe; pero no
se puede privar al más humilde de los hombres de su libre voluntad.»
9.27. El Maestro dijo: «Sólo Zilu puede mantenerse con su túnica remendada junto a
quienes llevan finas pieles sin sentir vergüenza:
«Sin envidia ni codicia,
debe ser un buen hombre.»
A partir de entonces, Zilu estaba continuamente cantando estos dos versos. El Maestro
dijo: «Advierte que ésta no es la receta de la perfección.»
9.28. El Maestro dijo: «Es en medio del frío del invierno cuando podéis ver lo verde que
son los pinos y los cipreses.»
9.29. El Maestro dijo: «Los sabios no padecen la perplejidad; los virtuosos no tienen
preocupaciones; los valientes carecen de temor.»
9.30. El Maestro dijo: «Hay personas con las que podéis compartir información, pero no
podéis compartir la Vía. Hay personas con las que podéis compartir la Vía, pero no el
compromiso. Hay personas con quien podéis compartir el compromiso, pero no el consejo.»
9.31 Agita sus brotes
el cerezo.
No es que no piense en ti,
¡pero tu casa está tan lejos!
El Maestro dijo: «Él no la amaba realmente; si la hubiera amado, ¿le hubiera importado la
distancia?»

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