Capítulo 17
17.1. Yang Huo deseaba ver a Confucio, pero éste no quería verlo. Yang Huo le envió unlechón. Confucio escogió un momento en el que Yang Huo no estaba en su casa y acudió
para agradecerle el presente. Entonces ambos se encontraron en el camino.
Yang Huo se dirigió a Confucio, diciéndole: «¡Entra! Tengo algo que decirte.» A
continuación añadió: «¿Puede llamarse a un hombre virtuoso si guarda sus talentos para sí
mientras su país va a la ruina? Yo no lo creo. ¿Puede un hombre llamarse sabio si está
deseoso de actuar pero pierde cada oportunidad de hacerlo? Yo no lo creo. Pasan los días y
los meses y el tiempo no nos espera.»
Confucio respondió: «De acuerdo, aceptaré un cargo.»
17.2. El Maestro dijo: «Lo que la naturaleza une, la costumbre lo separa.»
17.3. El Maestro dijo: «Sólo los más sabios y los más necios no cambian nunca.»
17.4. El Maestro fue a Wucheng, donde Ziyou era gobernador. Le divirtió oír tocar
instrumentos de cuerda y cantar himnos, y comentó con una sonrisa: «¿Por qué utilizar un
cuchillo de carnicero para matar un pollo?» Ziyou respondió: «Maestro, en el pasado te oí
decir: "El caballero que cultiva la Vía ama a todos sin excepción; los plebeyos que cultivan la
Vía son fáciles de gobernar".» El Maestro comentó: «Amigos míos, Ziyou tiene razón. Estaba
simplemente bromeando.»
17.5. Gongshan Furao, que mantenía la fortaleza de Bi, se rebeló e invitó a Confucio a
unirse a él. El Maestro estuvo tentado de hacerlo; ante este hecho, Zilu quedó consternado y
dijo: «Es muy desafortunado no tener adónde ir, ¿pero es acaso ésta una razón para unirse a
Gongshan?» El Maestro respondió: «Puesto que me está invitando, debe ser para algo.
Bastaría con que alguien me empleara, para que yo pudiera establecer una nueva dinastía
Zhou en el Este.»
17.6. Zizhang preguntó a Confucio sobre la humanidad. El Maestro respondió:
«Cualquiera que pueda expandir las cinco prácticas en todo el mundo aumentará la
humanidad.» — ¿Y cuáles son éstas?» —«La cortesía, la tolerancia, la buena fe, la diligencia
y la generosidad. La cortesía evita los insultos; la tolerancia gana todos los corazones; la
buena fe inspira la confianza en los demás; la diligencia asegura el éxito; la generosidad
confiere autoridad sobre los demás.»
17.7. Cuando Bi Xi invitó a Confucio, el Maestro estuvo tentado a ir. Zilu dijo entonces:
«Maestro, en el pasado te oí decir "un caballero no se asocia con aquellos que
personalmente actúan mal." Bi Xi está utilizando su fortaleza de Zhongmou para iniciar una
rebelión. ¿Cómo puedes considerar unirte a él?» El Maestro respondió: «Es verdad que dije
eso, pero lo que resiste a ser pulverizado es verdaderamente fuerte, y lo que resiste a ser
teñido de negro es verdaderamente blanco. ¡Soy acaso una calabaza amarga que sólo sirve
para colgar como decoración pero que no puede comerse?»
17.8. El Maestro preguntó: «Zilu, ¿has oído hablar de las seis cualidades y de las seis
perversiones?» —«No.» —«Siéntate, te las diré. Amar la humanidad sin amar el aprendizaje
degenera en necedad. Amar la inteligencia sin amar el conocimiento degenera en frivolidad.
Amar la caballerosidad sin amar el conocimiento degenera en bandidismo. Amar la franqueza
sin amar el conocimiento degenera en brutalidad. Amar el valor sin amar el conocimiento
degenera en violencia. Amar la fuerza sin amar el conocimiento degenera en anarquía.»
17.9. El Maestro dijo: «Hijos míos, ¿por qué no estudiáis los Poemas? Los Poemas
pueden ofreceros el estímulo y la observación, la capacidad de comunión y un vehículo para
el dolor. En casa os permite servir a vuestro padre y, fuera, servir a vuestro señor. También
podéis aprender en ellos los nombres de muchos pájaros, animales [que no vuelan], plantas
y árboles.»
17.10. El Maestro preguntó a su hijo: «¿Has trabajado ya la primera y la segunda parte
de los Poemas? Cualquiera que vaya por la vida sin haber trabajado la primera y la segunda
parte de los Poemas permanecerá estancado como si estuviera de cara a la pared.»
17.11. El Maestro dijo: «Se habla de los ritos por aquí y de los ritos por allá, ¡como si el
ritual consistiera en meras ofrendas de jade y seda! Se habla de música por aquí y de música
por allá, ¡como si la música consistiera simplemente en campanas y tambores!»
17.12. El Maestro dijo: «Un cobarde que echa miradas fieras es —por decirlo
crudamente— como un ladrón que escala un muro.»
17.13. El Maestro dijo: «Aquellos que hacen de la virtud su profesión son la ruina de
ésta.»
17.14. El Maestro dijo: «Los vendedores ambulantes de rumores son personas que han
abandonado la virtud.»
17.15. El Maestro dijo: «¿Es posible servir a un príncipe en compañía de un canalla?
Antes de alcanzar su posición, su único temor es el de no poder llegar a ella, y una vez que
la obtiene, su único temor es poder perderla. Y cuando teme perderla, se vuelve capaz de
todo.»
17.16. El Maestro dijo: «Las personas de antaño tenían tres faltas, que las de hoy ni
siquiera pueden igualar. La excentricidad de los antiguos era despreocupada, mientras que la
excentricidad actual es licenciosa. El orgullo de los antiguos era arrogante, mientras que el
orgullo contemporáneo es malhumorado. La ingenuidad de los antiguos era recta, mientras
que la ingenuidad actual es una impostura.»
17.17. El Maestro dijo: «La charla superficial y las maneras afectadas rara vez son signos
de bondad.»
17.18. El Maestro dijo: «Detesto que el púrpura sustituya al bermellón; detesto que la
música popular corrompa la música clásica; detesto que las falsas lenguas hagan caer reinos
y clanes.»
17.19. El Maestro dijo: «Ya no quiero hablar más.» Zigong pregunto: «Maestro, si tú no
hablas, ¿cómo podremos, pobres de nosotros, ser capaces de transmitir ninguna
enseñanza?» El Maestro respondió: «¿Acaso habla el Cielo? Sin embargo, las cuatro
estaciones siguen su curso y las cien criaturas continúan naciendo. ¿Acaso habla el Cielo?»
17.20. Ru Bei quería ver a Confucio. Éste declinó la oferta con la excusa de que estaba
enfermo. Cuando el mensajero de Ru Bei se estaba marchando, el Maestro tomó su cítara y
empezó a cantar muy alto para que aquél le oyera.
17.21. Zai Yu preguntó: «Tres anos de duelo por los propios padres es un largo periodo.
Si un caballero deja todas sus prácticas rituales durante tres años, éstas decaerán; si deja
todas sus interpretaciones musicales durante tres años, la música se perderá. Cuando una
vieja cosecha se consume, crece una nueva cosecha, y, para alumbrar el fuego, se utiliza
una nueva lumbre en cada estación. Un año de duelo sería suficiente.» El Maestro
respondió: «Si transcurrido sólo un año, tuvieras que comer de nuevo arroz blanco y vestirte
de seda, ¿te sentirías cómodo?» —«Totalmente.» —«En ese caso, ¡hazlo! La razón para que
un caballero prolongue su duelo es simplemente la siguiente: puesto que los manjares delicados
le parecen no tener sabor, la música no le brinda ningún disfrute y la comodidad de su
casa se le hace inconfortable, prefiere prescindir de todos esos placeres. Ahora bien, si tú
puedes disfrutar de ellos, ¡adelante!»
Cuando Zai Yu se marchó, el Maestro comentó: «Zai Yu carece de humanidad. Cuando
nace un niño, durante los tres primeros años de su vida no abandona el regazo de sus
padres. Tres años de duelo es una costumbre observada en todo el mundo. ¿Acaso Zai Yu
no disfrutó nunca del amor de sus padres, ni siquiera durante esos tres primeros años?»
17.22. El Maestro dijo: «No puedo soportar esas gentes que llenan su vientre todo el día,
¡sin utilizar su cerebro! ¿Por qué no pueden jugar al ajedrez? Al menos, eso seria mejor que
nada.»
17.23. Zilu preguntó: «¿Aprecia un caballero el valor?» El Maestro respondió: «Un
caballero pone la justicia por encima de todo. Un caballero valiente, pero que no es justo,
puede convertirse en un rebelde; un hombre del vulgo que es valiente, pero no justo, puede
convertirse en un bandido.»
17.24. Zigong preguntó: «¿Hay cosas que deteste un caballero?» El Maestro respondió:
«Sí. Detesta a aquellos que se detienen en los defectos de los demás. Detesta a los
subordinados que calumnian a sus superiores. Detesta a aquellos cuyo valor no está
moderado por maneras civilizadas. Detesta a los impulsivos y obstinados.» Y continuó: «¿Y
tú? ¿Cuáles son las cosas que detestas?» —«Detesto a aquellos que plagian fingiendo ser
cultos. Detesto a los arrogantes que fingen ser valientes. Detesto a los maledicentes que
pretenden ser francos.»
17.25. El Maestro dijo: «Las mujeres y los subordinados son especialmente difíciles de
manejar: sed amistosos, y se familiarizan demasiado; sed distantes, y se ofenderán.»
17.26. El Maestro dijo: «Cualquiera que no sea apreciado a los cuarenta años, seguirá
sin ser apreciado hasta el final.»
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