6/6/13

Sobre la teoría de la relatividad - Einstein - 27. E/ continuo espacio-temporal de la teoría de la relatividad no es un continuo euclidiano



27. E/ continuo espacio-temporal de la teoría de la relatividad no es un continuo euclidiano


En la primera parte de este opúsculo nos hemos po­dido servir de coordenadas espacio-temporales que permitían una interpretación física directa y simple y que, según §26, podían interpretarse como coordena­das cartesianas cuadridimensionales. Esto fue posible en virtud de la ley de la constancia de la velocidad de la luz, ley que, sin embargo, según §21, la teoría de la relatividad general no puede mantener; llegamos, por el contrario, al resultado de que según aquélla la velo­cidad de la luz depende siempre de las coordenadas cuando existe un campo gravitatorio. En §23 constatamos además, en un ejemplo especial, que la existencia de un campo gravitatorio hace imposible esa definición de las coordenadas y del tiempo que nos condujo a la meta en la teoría de la relatividad especial.

Teniendo en cuenta estos resultados de la reflexión, llegamos al convencimiento de que, según el principio de la relatividad general, no cabe interpretar el conti­nuo espacio-temporal como un continuo euclidiano, sino que nos hallamos aquí ante el caso que vimos para el continuo bidimensional de la mesa con temperatura localmente variable. Así como era imposible construir allí un sistema de coordenadas cartesiano con varillas iguales, ahora es también imposible construir, con ayuda de cuerpos rígidos y relojes, un sistema (cuerpo de referencia) de manera que escalas y relojes que sean fijos unos respecto a otros indiquen directamente la posición y el tiempo. Esta es en esencia la dificultad con que tropezamos en §23.
Sin embargo, las consideraciones de §25 y §26 seña­lan el camino que hay que seguir para superarla. Refe­rimos de manera arbitraria el continuo espacio-tem­poral cuadridimensional a coordenadas gaussianas. A cada punto del continuo (suceso) le asignamos cuatro números x1, x2, x3, x4 (coordenadas) que no poseen ningún significado físico inmediato, sino que sólo sir­ven para enumerar los puntos de una manera determi­nada, aunque arbitraria. Esta correspondencia no tiene ni siquiera que ser de tal carácter que obligue a inter­pretar x1, x2, x3 como coordenadas «espaciales» y x4 como coordenada «temporal».
El lector quizá piense que semejante descripción del mundo es absolutamente insatisfactoria. ¿Qué significa asignar a un suceso unas determinadas coordenadas x1,
 x2, x3, x4 que en sí no significan nada? Una reflexión más detenida demuestra, sin embargo, que la preocu­pación es infundada. Contemplemos, por ejemplo, un punto material de movimiento arbitrario. Si este punto tuviera sólo una existencia momentánea, sin duración, entonces vendría descrito espacio-temporalmente a través de un sistema de valores único x1, x2, x3, x4 . Su existencia permanente viene, por tanto, caracterizada por un número infinitamente grande de semejantes sis­temas de valores, en donde las coordenadas se encade­nan ininterrumpidamente; al punto material le corres­ponde, por consiguiente, una línea (unidimensional) en el continuo cuadridimensional. Y a una multitud de puntos móviles les corresponden otras tantas líneas en nuestro continuo. De todos los enunciados que atañen a estos puntos, los únicos que pueden aspirar a realidad física son aquellos que versan sobre encuentros de es­tos puntos. En el marco de nuestra representación ma­temática, un encuentro de esta especie se traduce en el hecho de que las dos líneas que representan los corres­pondientes movimientos de los puntos tienen en co­mún un determinado sistema x1, x2, x3, x4 de valores de las coordenadas. Que semejantes encuentros son en realidad las únicas constataciones reales de carácter es­pacio-temporal que encontramos en las proposiciones físicas es algo que el lector admitirá sin duda tras pau­sada reflexión.
Cuando antes describíamos el movimiento de un punto material respecto a un cuerpo de referencia, no especificábamos otra cosa que los encuentros de este punto con determinados puntos del cuerpo de referen­cia. Incluso las correspondientes especificaciones tem­porales se reducen a constatar encuentros del cuerpo con relojes, junto con la constatación del encuentro de las manillas del reloj con determinados puntos de la esfera. Y lo mismo ocurre con las mediciones espacia­les con ayuda de escalas, como se verá a poco que se reflexione.
En general, se cumple lo siguiente: toda descripción física se reduce a una serie de proposiciones, cada una de las cuales se refiere a la coincidencia espacio-tem­poral de dos sucesos A y B. Cada una de estas proposi­ciones se expresa en coordenadas gaussianas mediante la coincidencia de las cuatro coordenadas xI,x2,x3,x4. Por tanto, es cierto que la descripción del continuo espacio-temporal a través de coordenadas gaussianas sustituye totalmente a la descripción con ayuda de un cuerpo de referencia, sin adolecer de los defectos de este último método, pues no está ligado al carácter euclidiano del continuo a representar.


Texto Completo

No hay comentarios:

Publicar un comentario